Atlacoya y Teotlale.

Se les teme a las tormentas, lluvias torrenciales y a las inundaciones como la forma en la que se desata la furia de los dioses de la humedad, pero todas esas tragedias palidecen ante la posibilidad de su ausencia, sequías que traen tras de sí el hambre y la discordia apagando más vidas que el resto de las tan temidas catástrofes divinas, quitándole la vida a la tierra y la posibilidad de que en ella surja de nuevo a corto plazo, trayendo tras de sí al desierto que con su implacable esencia hace la vida difícil para todo, e impregna en la naturaleza la belleza que solo la austeridad puede albergar.

Los Antitlaloques son estas peligrosas deidades a quienes todos temían venerar. Su poder radica en que delimitan el aria en el que los Tlaloques se desenvuelven, ahuyentándolos de algunos lugares a veces por siglos ya que hasta los más poderosos amos del Tlalocan pueden ser sometidos por su poder.

Atlacoya
La temible devoradora de la fertilidad, Atlacoya es la diosa de las sequías, esposa de Téotlale y amante de Malinalxóchitl. El potencial de vida que ella consume es liberado solo después de miles o millones de años en la misma aria de la que fue arrancada convirtiéndola por ende también en deidad de la fertilidad. En mi teogonía: con Mictlantecuhtli engendro a Nextepehua (diosa de las cenizas, la derrota y la tragedia), con Xiuhtecuhtli y Téotlale procreo a muchos Xiuhtotontli (dioses de los incendios) que en las sequias de su madre salen al mundo a regresar con fuego el potencial de vida a la tierra, y con Tezcatlipoca procreo a Necocyaotl (peligroso dios de la discordia, el conflicto y la anarquía). Atlacoya representa la austeridad la desesperanza, su nagual es la serpiente y los lagartos del desierto que con comodidad viven en la sequedad más implacable, deja a su paso un rastro de vida vegetal irónicamente, por la desbordante cantidad de potencial de vida que ella posee. En ella los contrastes de la escasees y la abundancia, la humedad y la sequedad y de la vida y muerte existen juntos.

Téotlale
El amo de la aridez, dios de los desiertos, de los animales y plantas benéficas que ahí habitan. Salvaguarda la estabilidad de todos los ecosistemas extremos y áridos y siempre esta dispuesto a expandir sus dominios, cuando se manifiesta su furia se producen terribles tormentas de arena, todos los habitantes del Tlalocan le temen ya que estuvo a punto de destruirlo y podría intentarlo de nuevo.En mi teogonía: hijo de Tlaltecutli con Tezcatlipoca, Es padre de Nextepehua (diosa de las cenizas), con Malinalxóchitl procreo a Xochcua (diosa de la deforestación, devoradora de las flores) y con Mictlancihuatl procreo a Nexoxcho (la temible diosa del miedo y de todos los sentimientos que desgarran el alma de los seres). Sus nahuales son los lagartos e insectos del desierto.